Regulación de contaminación por olores en Chile

Columna de Andrés Navarro, Profesor del Departamento de Química y Medio Ambiente de la USM en Viña del Mar

Esta semana comenzó en el país, la consulta ciudadana sobre la norma de olores en planteles porcinos que obligará a los establecimientos a reducir sus emisiones, luego que se publicara en el Diario Oficial el anteproyecto para la regulación de olores de estos establecimientos, instancia que prontamente se ampliará a otras áreas de la agroindustria.  

Sin lugar a dudas, es un importante avance para estandarizar criterios técnicos y promover el control ambiental del sector agroindustrial, sobre todo luego de casos tan graves como los episodios de contaminación ambiental en Freirinas en 2012.

Si bien el caso de Freirinas fue uno de los más conocidos a nivel mediático, existen otros en el resto del país que se han repetido muchas veces, aunque a menor escala. Esto ha ocurrido principalmente en la zona central del país, entre las regiones de Valparaíso y O’Higgins, donde se concentra el 79% de las plantas de crianza y engorda de animales a nivel nacional.

No obstante, no son la única fuente de este tipo de emisiones. Un estudio realizado en 2014 por la consultora Aqualogy reveló que en Chile existen más de dos mil fuentes potenciales de contaminación por olores, correspondientes a 12 tipos distintos de actividades industriales. Pero el mismo estudio reveló que los la mayor cantidad de ellas se concentra precisamente en los planteles de crianza de animales (46,1%), seguida de las plantas de tratamiento de aguas servidas (14,4%), las pesqueras y plantas procesadoras de productos del mar (14,3%), y los sitios de disposición final de residuos (rellenos sanitarios, con un 10,7%).

En el ámbito de la salud humana, los olores se han considerado como elementos perturbadores, lo que se traduce en insomnio, mal humor, dolor de cabeza, irritación de las mucosas, estrés, náuseas y vómitos. Dichos efectos alteran el bienestar de las personas y, en consecuencia, su salud.

En esta línea, es destacable la implementación de esta norma que busca proteger la salud de la población y mejorar su calidad de vida. Como resultado de su aplicación, se espera prevenir y controlar la emisión de contaminantes en planteles porcinos que, en función de sus olores, generan molestia y constituyen un riesgo para la calidad de vida de la población.

El control y medición de olores es una tarea compleja desde el punto de vista técnico, para obtener resultados y monitoreo representativo y válido. La elaboración de este marco normativo es un importante avance para las políticas ambientales direccionadas a mejorar el medio ambiente y la salud de las personas.